Esta tarde, Oriana Sabatini y Paulo Dybala darán el paso más importante de sus vidas al formalizar su amor con un gran festejo en un haras de Exaltación de la Cruz. La cantante y el futbolista pondrán la rúbrica a una historia de novela, que nació a la distancia, superó adversidades y tentaciones y cierra esta etapa con el cartelito del final feliz. Como en todo cuento, hay actores y detalles secundarios pero fundamentales para escribirlo. Y Ricky Sarkany, el celestino silencioso de la pareja, cuenta con orgullo, y cierto alivio, su rol en el romance del que hoy habla el país.
Según contaron los novios en reiteradas oportunidades, el kilómetro cero de su relación se produjo cuando empezaron a seguirse en las redes sociales. Ella venía de una larga relación con el actor Julián Serrano, mientras que él había estado en pareja con la modelo Antonella Cavalieri. El futbolista, por entonces en la Juventus de Italia quiso dar un paso más y escribirle directamente por teléfono. Y aquí entra el empresario del calzado, quien tenía un diálogo permanente con La Joya y se enfrentó ante un dilema.
“Yo hablaba seguido con Paulo, y un día me dice que estaba enamorado, que Oriana le gustaba mucho, si le podía conseguir el teléfono”. Y claro que Ricky podía. No solo conocía al matrimonio de Ova Sabatini y Catherine Fulop de transitar tanto tiempo en el mundo del espectáculo, sino que también eran sus vecinos. El empresario dudó un poco. Confiaba en Paulo, lo veía realmente enamorado y creía que sus intenciones eran serias. Pero ¿y sí salía mal? ¿Qué diría Cathy? ¿Cómo reaccionaría Ova?
Ricky apostó al amor y el futbolista le envió un WhatsApp a la cantante. Ella no tenía bien en claro quién era ese joven perdido entre sus millones de seguidores en redes. “Le pregunté a mis amigas, que tampoco tenían en claro nada porque me tiraron que era un tenista español”, contó Oriana en una entrevista con LAM. “Al final, fue mi papá quien me dijo quién era Paulo Dybala. En ese momento estaba soltera y le pedía consejos. Me dijo: ‘qué raro, un futbolista escribiéndote’”.
Sabatini dudó si era un perfil o un contacto trucho, hasta que corroboró que se trataba del futbolista. Seis meses después se ponían oficialmente de novios, y ni la distancia ni las tentaciones propias de sus respectivas profesiones pudieron separarlos. Y mientras afianzaban el romance, cada tanto ella le preguntaba por una duda que tenía desde el principio de la relación: “¿Quién te dio mi teléfono?”. Pero Paulo respetó a ultranza el pacto que había hecho con Sarkany. Le había prometido no revelar la identidad del celestino que solo la sabía el círculo más íntimo. Sin embargo, a medida que crecía la relación fue cada vez más difícil sostener el secreto. Hasta que alguien habló de más.
La española Luna Sobrino era parte del selecto grupo que tenía la información. Cuando Sarkany abrió el local de su marca en Barcelona, ella fue una de las modelos elegidas y desde entonces se formó una relación. Tiempo después, se encontraron en España de casualidad Oriana, Luna y la actriz Valentina Zenere, y se pusieron a charlar. Y de repente, Sobrino suelta lo que que no tenía que soltar. “A vosotros os presentó Ricky, ¿cierto?”.
Oriana abrió los ojos sin poder creer lo que acababa de escuchar. Llamó primero a Paulo y enseguida a Ricky. “Pensé que me iba a putear pero me agradeció”, cuenta el empresario a horas de la boda, y agrega que tuvo la misma devolución de parte de Cathy y Ova. Respiró aliviado por la prueba superada, aunque sabía que había hecho lo correcto al hacerle caso a su intuición: “No le hubiera dado el teléfono a cualquier otra persona. Lo conocía bien a Paulo y sabía que era en serio”. El tiempo le dio la razón y esta tarde, la cantante y el futbolista coronarán una historia de ensueño que alimentaron día a día. Pero que sin celestino, quizás no hubieran habido flores ni salidas románticas, ni vuelta olímpica de la mano en Qatar, ni propuesta de casamiento en la Fontana di Trevi ni una fiesta inolvidable como la que les espera.