Javier Milei se ensañó con el cine como con casi ninguna otra actividad y en el gobierno creen que lo hace por una motivación personal.
El desguace del Incaa y la caída del Festival Internacional de Mar del Plata que se hace desde 1954 llamaron la atención hasta en Europa, pero el presidente quiere seguir llevando la batalla cultural que cree aún más importante que el éxito político.
En la elección de las nuevas autoridades del Incaa, como sucede en cada una de las decisiones de Milei, pesó fuerte su hermana. Karina impuso a Carlos Pirovano, que durante el macrismo había sido número dos en Garantizar, la sociedad de garantías recíprocas del Estado.
El número 1 era Darío Wasserman, el empresario inmobiliario vinculado estrechamente a Karina por medio de su esposa, la legisladora porteña Pilar Rámirez que un par de semanas atrás quedó como jefa de bloque de La Libertad Avanza en la Legislatura porteña, como anticipó LPO en exclusiva. Ahora Pirovano nombró como asesora en el Incaa a Laura Elliff, amiga de Ramírez, con quien trabajó en Aerolíneas Argentinas.
Karina desplazó así a los cineastas libertarios que querían el instituto, Santiago Oría y Diego Recalde, que entornaban al secretario de Cultura, Leonardo Cifelli. Los libertarios sólo querían gozar del capital simbólico que representar conquistar el puesto que vieron en manos enemigas como el colectivo de actores y actrices, que ahora vuelven a tener en contra.
Milei es quien lleva esa pelea al extremo y en el gobierno creen que no lo hace por el déficit cero.
«A Milei le gustan las luces», dijeron a LPO fuentes que participan a diario de la gestión cultural del nuevo gobierno.
Milei no sólo fue panelista y cantante de rock sino que incursionó como actor y hasta figura en IMDB. Cuando sólo era un economista mediático se lanzó a las tablas con su hermana, con la que compartió escenario en la prepandemia. «El consultorio de Milei» llenó salas en Mar del Plata y otros puntos de la Costa Atlántica. Sus relaciones íntimas también estuvieron vinculadas al mundo del espectáculo: primero fue la cantante Daniela, la de Endúlzame Que Soy Café, y ahora es la actriz Fátima Florez.
Milei está obsesionado con la farándula y los famosos y de hecho la pelea a la que dedicó más atención desde que asumió la presidencia no fue contra un político en particular sino contra la actriz y cantante Lali Espósito.
El presidente incluso enojó a Mirtha Legrand, luego de retuitear una propuesta para que La Chiqui compre el cine Gaumont que el gobierno quiere sacarse de encima. El viernes, horas después de la represión contra la marcha de actores en la puerta del Gaumont que llegó hasta la BBC, el Incaa echó a treinta empleados.
«Por cada marcha que hagan echamos a 30», dicen las nuevas autoridades del Incaa. Pirovano está lejos de retroceder: dice que cada 3 tuits en contra tiene 40 a favor y eso lo tiene hechizado a Milei, que si bien ni lo conoce en persona está conforme con su gestión salvajemente liberal.
En el mundo del cine coinciden en que la obstinación de Milei no se debe a un argumento meramente económico.
En la asociación Documentalistas Argentinos (Doca), creen que el avance contra el cine no es meramente un tema presupuestario. Juan Mascaró, actual pro-tesorero y ex presidente de Doca, dijo a LPO que «el Incaa no mueve el amperímetro del presupuesto nacional. El cine tampoco, si se puede evaluar en términos estrictamente capitalistas, no significa una pérdida de dinero ni de divisas, sino al contrario, es una industria pujante que podría hasta ganarle ganancias al Estado si tuviera una perspectiva meramente industrial de la actividad cinematográfica».
«El cine es una de las actividades que mayor valor agregado genera, que más mueve la economía en torno a las películas, de manera indirecta se mueve el turismo, el transporte, la hotelería, y eso no lo pueden desconocer estos señores que son o dicen ser economistas, nosotros creemos que es un ataque a la producción cultural», dijo Mascaró.
Fernando Krichmar, cineasta y documentalista, compartió la mirada de Mascaró y dijo que el objetivo de Milei es «ideológico». «Si tomás el gasto de la industria del cine en relación al PBI, de lo que se invierte en el Incaa inclusive con los ATN para hacer algunos eventos para hacer el Festival de Mar del Plata o Ventana Sur, creo que daba un 0,3% del PBI y la industria del cine mueve más del 3% del PBI», dijo Krichmar.
La situación alarmante del Incaa no sólo se coló en la reciente gira de Cifelli por España, sino que le trajo un dolor de cabeza impensado a Diana Mondino. Como es la representante ante el mundo, a la canciller le quisieron cobrar una deuda que la Argentina mantiene con la Comunidad Europea como miembro del Fondo de Apoyo Cultural Eurimages.
Durante el macrismo Argentina se convirtió en el primer socio latinoamericano de ese organismo que reúne a 37 países de Europa más Canadá y promueve el cine independiente, además de brindar apoyo financiero a largometrajes, animaciones y documentales. Para pertenecer hay que pagar una cuota anual que en la gestión de Luis Puenzo, durante el mandato de Alberto Fernández, no quisieron pagar más. Pero como no se hicieron las gestiones para darse de baja y el taxímetro siguió corriendo, la deuda en euros con intereses ascendió al 1,5 millón de euros al 31 de diciembre.
La incomodidad de ser tratado como un deudor, encima por un compromiso de una gestión anterior, llevó a Mondino a telefonear a Pirovano para que pague el millón y medio. Curiosamente el festival de Mar del Plata no se realizará porque cuesta un millón de dólares.
Pese a la presión de los propios libertarios en La Feliz, difícilmente Pirovano dé marcha atrás con la cancelación del festival. Es que el otro papel con el que se encontró fue una adenda con la que el Incaa se comprometió a pagar al Marché de Film del Festival de Cannes 170 mil euros por año hasta 2026 para desarrollar el festival Ventana Sur, al que se le agregaron 110 mil euros más para viajes. La gerenta del Incaa que firmó la adenda era la encargada del festival de Mar del Plata.