Hace 58 años se iniciaba la grabación del primer disco de The Doors, la banda californiana que se transformó en uno de los grandes íconos del rock a partir de esa irrupción arrasadora. El 29 de agosto de 1966 los cuatro integrantes de la banda, encabezados por Jim Morrison, se metieron en el estudio e iniciaron un trabajo que en sólo diez días generó un long play que aún hoy es venerado por los fanáticos de todo el mundo.
Los papeles en el bolsillo que llevaba el líder de la banda y la historia de una vela en plena grabación dieron origen a dos famosas anécdotas que fueron revividas por Ray Manzarek, tecladista del grupo y Paul Rotchild, productor de esa placa que llevó como título el nombre de la banda y se grabó en Sunset Sound.
Manzarek y Morrison habían estudiado cine en la Universidad de Los Ángeles, pero la historia musical juntos empezó a construirse meses después de finalizar ese curso, cuando se encontraron casualmente en una playa cercana. Jim le hizo escuchar un tema que había compuesto y su amigo quedó “fascinado”.
Tras unos meses de pruebas, ensayos con otros músicos y composición de temas, el grupo quedó finalmente conformado. Roby Krieger, en guitarra, y John Densmore, en batería, se sumaron a sus dos miembros fundadores.
Las grabaciones del disco iniciático fueron cortas, pero intensas. “Todo nos tomó 10 días. ¡Pum! Estaba hecho. Podíamos irnos del estudio. ‘Light My Fire’ tuvo dos tomas. ‘The End’ tuvo dos tomas”, aseguró Manzarek, que luego fue productor musical y director de cine y falleció en 2013.
Rothchild recuerda a Jim Morrison en el estudio: “Se llevaba la mano al bolsillo y sacaba un montón de papeles arrugados. Eran borradores con pequeñas notas, versos, y se les quedaba viendo, hacía un bollo, los tiraba y terminaba cantando diferentes versos durante la canción”.
El productor reveló que los otros integrantes del grupo funcionaban como si se tratara de una sola persona, de ahí que todo estuviera coordinado y fuera sencillo de grabar.
The Doors, a la luz de una vela
Dos momentos inolvidables sucedieron cuando The Doors trabajaban en el tema “The End”: el primero fue cuando las luces del estudio se apagaron y sólo se encendió una vela. Había un ambiente casi místico y la grabación no se detuvo. Jim Morrison encontró una inspiración especial para hacer una de sus interpretaciones más increíbles en penumbras.
El cantante había tomado LSD antes de iniciar la grabación y, según Manzarek, eso lo ayudó con ese tema en particular, pero pronto empezó a generar problemas. Jim fue llevado a casa por su novia, pero aún bajo los efectos del ácido lisérgico, insistió en volver al estudio. Apenas ella estacionó el auto, Morrison se bajó corriendo, saltó la reja y se metió en el estudio con un matafuego para apagar un incendio que sólo él veía.
Jim provocó enormes destrozos en el lugar y recién pudo ser controlado al cabo de unos minutos. A la mañana siguiente decía no recordar nada cuando le contaron la increíble historia del falso incendio. Elektra Records se hizo cargo de los daños y su compañero Roby Krieger cree que ese fue un punto de quiebre para el vocalista: “Pienso que Jim se dijo a sí mismo: ‘Si logré zafar de esto, puedo hacerlo con todo lo demás’”.
Pero no pudo. El 3 de julio de 1971, a los 27 años murió en París, presuntamente por sobredosis de heroína (no hubo autopsia, de modo que nunca pudo confirmarse la causa del fallecimiento). Se encontraba sumido en su adicción al alcohol y a las drogas. The Doors produjo 6 discos en esos 5 años de existencia con la formación original y 3 más luego de la desaparición de Morrison.