“Estamos viviendo un momento de una fascinación tecnológica absoluta. Este proceso es natural. Por un lado, estamos experimentando cosas que no tienen precedentes. Pero, por otro lado, somos humanos, somos personas”, afirmó a TN Tecno Joan Cwaik, escritor, docente y divulgador argentino.
Cwaik es autor del concepto de “humano postecnológico”, un ser que comprende que la tecnología no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para potenciar nuestras capacidades y mejorar nuestra calidad de vida. Sin embargo, esta idea plantea un desafío: encontrar un equilibrio saludable con la tecnología. Aprovechar sus beneficios sin perder de vista nuestra humanidad. “La tecnología tiene el potencial de enriquecer nuestra humanidad, pero también deshumanizarnos si no somos cuidadosos”, expresó.
La integración a la que se refiere el escritor va más allá del uso superficial de dispositivos; es una simbiosis donde la tecnología se convierte en una extensión de nuestra identidad sin perder nuestra esencia humana.
En su libro Postecnológicos, Cwaik defina al humano postecnólogico como un ser que navega en este mundo digital con mucha conciencia, que sabe, en la medida de lo posible, cómo desconectar y cómo mantener esta humanidad en un entorno que, obviamente, está cada vez más tecnificado. “Necesitamos ser capaces de aprender y desaprender con mucha rapidez con mucho dinamismo, pero también de cuestionar a la tecnología que adoptamos”, afirmó.
Pasado, presente y desafíos de la relación humano-tecnología
Joan Cwaik, de 33 años, es fan de Volver al Futuro, como casi toda su generación. Justamente esta semana, la película de Robert Zemeckis protagonizada por Michael J. Fox cumplió 39 años: “La película simboliza un poco esa fascinación humana, casi eterna, por el futuro y la tecnología. Y más allá de patinetas voladoras y zapatillas que se atan solas, la verdadera magia de Volver al Futuro es cómo nos invita a pensar nuestro presente y a imaginar el futuro. Y cómo la tecnología puede ser tanto una herramienta de avance como una fuente de desafíos, que es lo que estamos viviendo hoy con todas las innovaciones que nos rodean”.
Conversando sobre el tiempo y cómo los avances tecnológicos nos cambian la vida, la pandemia de Covid19 : “Fue un punto de inflexión brutal para todos y yo creo que lo que hizo fue eliminar el pasado y el futuro. La pandemia convirtió todo a un presente continuo. En ese tiempo, nuestra relación con la tecnología se intensificó de maneras totalmente impensadas. Pasamos de usarla como una simple herramienta, a una dependencia cada vez mayor, ya sea en el trabajo, en el estudio o en la manera que nos comunicamos y nos mantenemos conectados”, recordó Cwaik.
La tecnología nos ofrece avances médicos, acceso a información global y herramientas para la creatividad. Pero también nos enfrenta a dilemas éticos y sociales. ¿Cómo mantenemos nuestra empatía en un mundo virtual? “La empatía y la creatividad como elementos humanos no tienen por qué quedar en segundo plano. De hecho, la tecnología puede potenciarlas si la usamos con esa intención”, aseguró Cwaik. “Creo que la empatía digital también se vuelve fundamental para entender cómo nuestras nuestro vínculo con la tecnología afecta al otro y cómo podemos usar estas herramientas para construir relaciones más sólidas y más significativas en un mundo donde novedad es la constante, donde pareciese que todos los días tenemos una nueva tecnología que nos va a cambiar abruptamente la vida cotidiana”.
Sin embargo, toda la sobrecarga de información, la hiperconectividad constante, puede llevarnos a un estado de superficialidad y de desconexión emocional que es un poco lo que estamos viviendo hoy en día. Volvemos al mismo punto buscar un equilibrio que nos permita aprovechar estos beneficios sin sacrificar nuestra esencia humana.
Cómo evolucionará la relación humano-tecnología
“Creo que la relación del humano con la tecnología va a seguir profundizándose en el corto plazo. Vamos a ver una integración aún mayor de la inteligencia artificial en nuestra vida cotidiana, desde asistentes personales más avanzados hasta aplicaciones en entornos como la educación o como la salud que van a transformar radicalmente esas industrias”, proyectó Cwaik.
En 10 años, potencialmente podríamos empezar a dar la inteligencia artificial roles mucho más complejos y autónomos planteando desafíos éticos y sociales muy significativos. “La clave es seguir dialogando, seguir conversando, seguir poniendo esos temas en debate. Hablar sobre los límites y las implicancias de todas estas tecnologías y asegurar que se desarrollen con un enfoque humano”, finalizó Joan Cwaik.
La tecnología es una herramienta que no tiene moral, que no tiene ética. No es una extensión de nuestro ser. La tecnología tiene que ser un medio para mejorar nuestra vida, para poder mantener nuestra humanidad, no un fin en sí mismo.