Guillermo Francos empoderó este miércoles al salteño Juan Carlos Romero, ante la ineficacia del presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, y el jefe de la bancada libertaria, Ezequiel Atauche, para conseguir las firmas del dictamen de la ley ómnibus.
Si bien el plenario de comisiones había terminado sin que La Libertad Avanza pudiera festejar la obtención de un despacho de mayoría con ese proyecto, el titular del bloque Cambio Federal logró imponer su criterio: circular el expediente con las modificaciones aceptadas por el gobierno bajo el propósito de cosechar las voluntades que faltaban. Aún así, las dificultades políticas del oficialismo obligaron al Jefe de Gabinete a visitar de urgencia la Cámara Alta, después que Abdala y Atauche sacaran un nuevo cuarto intermedio esta tarde.
En una frenética negociación con Romero, el correntino Carlos «Camau» Espínola, la larretista Guadalupe Tagliaferri, el radical Pablo Blanco y el santacruceño José María Carambia, Francos pudo torcer las voluntades de los reticentes. Mientras todavía estaban reunidos en el despacho de la vicepresidenta Victoria Villarruel, el repentino acuerdo cobró estado público pero en los pasillos del Congreso no podían explicar qué había cambiado para que los aliados que retacearon su apoyo se avinieran a refrendar el proyecto del oficialismo.
La maniobra de Francos y Romero atendía al reglamento interno de la Cámara Alta, donde un dictamen se puede firmar después que termina el debate en comisión. De hecho, fue lo que ocurrió con el pliego del embajador argentino en Israel, Axel Wahnish, que no cosechó suficientes apoyos durante la reunión de la comisión de Acuerdos y, tal como informó LPO, requirió de negociaciones de la canciller Diana Mondino con el senador Martín Lousteau para que su nombre llegara al recinto.
Con esa táctica en mente, el salteño propuso ya la semana pasada que el oficialismo «circulara al menos un papel con el texto modificado o el dictamen de paquete fiscal» para empezar a recoger firmas pero la Casa Rosada declinó su idea. «Si no hacés eso, los aliados te van a tener con cambios hasta noviembre y te van a cagar», le explicaba un operador experimentado a Atauche el último miércoles, antes que pasara abruptamente a cuarto intermedio.
Durante todo el fin de semana, Romero insistió con la necesidad de agitar el dictamen de paquete fiscal, que juntaría las voluntades necesarias para tratarse en sesión, para exponer a los que no firman el de la ley ómnibus. «¡Decile que tiene que mostrar un avance con uno de los dos dictámenes si quiere sacar alguna ley!», le reprochaba apretando los dientes a Atauche, que hablaba con «un funcionario» del Poder Ejecutivo que le «prohibía» circular los proyectos si los opositores no apoyaban.
La postura del oficialismo terminó cambiando recién este martes. Después del encuentro que mantuvo con la vicepresidenta Victoria Villarruel y cinco senadores aliados, el jefe de Gabinete se percató de que la estrategia del gobierno los empujaba inexorablemente al fracaso y llamó por teléfono a Romero: «si me asegurás que la ley avanza separando los dictámenes, vamos para adelante», habría sido la frase con la que Francos habilitó al salteño.
Con luz verde, el ex mandatario del norte asumió abiertamente su rol como arquitecto de mayorías otra vez, como lo hiciera en la primera sesión con Villarruel en funciones. Fuentes parlamentarias refirieron a LPO que, durante el almuerzo del miércoles, Abdala y Atauche comunicaron a Romero su subordinación: «pasamos los dictámenes a la firma aunque no tengamos despacho».
La jugada provocó zozobra en Unión por la Patria cuando Abdala anunció que empezaría a firmarse el dictamen. Entre la confusión y el temor a que los libertarios hubieran conseguido las 28 firmas sobre las 53, número que hasta el inicio del plenario no acreditaban, hubo un instante de desconcierto entre los peronistas. «No firmaron Blanco y Tagliaferri», le susurró un legislador de UP a otro colega de esa bancada mientras suspiraba aliviado.
A la reticencia de esos senadores se sumaron los dictámenes alternativos que presentaron Lousteau y el santacruceño José María Carambia, que negociaba modificaciones pero no comprometía su adhesión. «Teniendo en cuenta que el dictamen no incluye ninguna de las propuestas solicitadas, venimos trabajando en la elaboración de un dictamen propio que se presentará oportunamente», manifestó por nota formal el senador del bloque Por Santa Cruz.
Como sea, un senador aliado lamentaba que el gobierno hubiera demorado un mes en comprender algo tan sencillo como sostener el diálogo a partir de un texto concreto. «Francos tuvo que mudarse del Ministerio del Interior a la Jefatura de Gabinete aprobar este camino», se quejaba.
Diez minutos antes de las 19, el puntano Abdala pidió un cuarto intermedio. Desde un despacho oficialista explicaron a LPO que buscarían las firmas sin fecha de corte precisa, hasta contar con las firmas requeridas para sesionar.
El trabajo parecía cuesta arriba. De las 9 rúbricas que se necesitan en la comisión de Presupuesto, hasta esa hora se habían estampado 4; de las 10 que se exigen en la de Asuntos Constitucionales, habían sellado 6; y de las 9 que se precisan en Legislación General se contaban 7. En total, solo 17 de las 28 necesarias, cifra que además debe nutrirse de la mitad más una de las firmas de quienes integran cada comisión.
Cuando el proyecto llegó al Senado con la media sanción de Diputados, los libertarios estaban a dos firmas del dictamen. Al término del plenario, les faltaban 11, aunque la apuesta de Francos y Romero se ponía en marcha.
Casi 90 minutos después, el movimiento de Francos y Romero empezaba a dar resultados.