Francia vive este domingo un día histórico. En la segunda vuelta de las elecciones legislativas, los franceses elegirán básicamente entre dos opciones: dar un giro hacia la derecha radical o mantener el llamado “cordón sanitario” impulsado por la unión de fuerzas autodenominadas “democráticas” contra el avance de la ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen.
Son 49,5 millones los electores convocados a las urnas, después de una primera vuelta celebrada el domingo pasado en la que la extrema derecha sacó ventaja contra el izquierdista radical Nuevo Frente Popular y la centroderecha oficialista de Juntos por la República, del hoy acorralado presidente Emmanuel Macron.
La gran incógnita es saber si la extrema derecha alcanzará la mayoría de las bancas en la Asamblea Nacional, que le permita imponer al joven Jordan Bardella como primer ministro, o si una “gran coalición” entre la ultraizquierda, los socialistas, ecologistas y el oficialismo logra frenar este avance en las urnas.
Distintos sondeos se muestran hoy escépticos sobre un triunfo rotundo de la Agrupación Nacional, lo que abriría las puertas a complejos escenarios políticos que podrían desembocar en un gobierno provisional de “expertos”, bajo el ala del propio Macron, hasta la realización de nuevas elecciones en 2025.
Una ruptura cultural
Pero más allá de si la derecha radical logra o no la mayoría en la Asamblea Nacional, son muchos los franceses que no se identifican con las ideas de Le Pen y advierten hoy sobre lo que consideran una ruptura cultural en el país.
Martín Aranguren, investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de París (CNRS, afiliado al Centre de recherche sur les inégalités sociales de Sciences Po), dijo a TN que “quizás el aspecto que preocupa más a muchos observadores tiene que ver con la cultura”.
Según afirmó, el eventual acceso al gobierno, por primera vez en la historia de la Quinta República francesa, de una formación de extrema derecha como el de Renovación Nacional, marcaría “la victoria cultural (la hegemonía) de una visión de las divisiones sociales fundada sobre el origen étnico y la religión”.
“Es entonces en el frente cultural que la victoria de Renovación Nacional en las elecciones de este domingo podría estar marcando el fin de la hegemonía del universalismo (o al menos una importante pérdida de influencia ideológica) y la normalización del racismo político en Francia”, apuntó.
La derecha francesa ha sufrido un proceso de fuerte depuración de sus discursos extremistas desde la expulsión del histórico dirigente Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, en 2018. El proceso de desmonización fue llevado adelante por su hija, Marine Le Pen. El cambio incluyó la refundación del movimiento con un nuevo nombre.
Desde entonces, el partido no ha parado de crecer con el respaldo de los sectores más descontentos con la política tradicional y el aumento de la inmigración. Sus dirigentes hablan hoy de un cambio político y cultural en el país.
Qué dicen los sondeos
Pasada la euforia en las filas del “lepenismo” tras su triunfo en la primera vuelta, en la que arañó el 34% de los votos contra el 28% de la izquierda y el 20% del oficialismo, este domingo las cosas no están tan claras.
El macronismo y la coalición de izquierda, conformada por la radical Francia Insumisa de Jean-Luc Melenchon y el debilitado Partido Socialista, sellaron en gran parte del país una alianza débil, pero efectiva. Acordaron retirar a sus candidatos que hayan llegado en tercer lugar en sus distritos para polarizar la elección contra la ultraderecha. En total, se concretaron 218 renuncias de candidatos.
El complejo sistema electoral francés prevé que en la primera ronda solo sean electos los postulantes que alcancen el 50% de los votos. Si nadie llega a ese número, al balotaje final pasan aquellos que hayan obtenido un piso del 12,5%. Así, en este segundo turno hay distritos donde llegan tres o cuatro postulantes.
Este sencillo pacto entre dos sectores ideológicamente opuestos, incapaces de ponerse de acuerdo en una hipotética coalición de gobierno, hizo caer en los sondeos a la derecha radical. Así, las últimas encuestas sostienen que la Agrupación Nacional quedaría lejos de llegar al poder. Según las proyecciones de la encuestadora Harris Interactive, lograría entre 190 y 200 escaños, a mucha distancia de los 289 necesarios para alcanzar la mayoría absoluta. Hasta la última Legislatura tenía 89 bancas.
Detrás quedarían el Nuevo Frente Popular (izquierda) con 159-183 diputados, el bloque macronista con 110-136 y el conservador Los Republicanos de 30 a 50. Otros partidos menores oscilarían entre 17 a 31 diputados.
En los 577 distritos en que se divide el país, en 405 habrá solo dos candidatos (en la mayoría de los casos con un rival de Renovación Nacional). En el resto, el balotaje se dirimirá entre tres o cuatro aspirantes, al no alcanzarse un acuerdo en la “gran coalición” por la negativa del ala más conservadora del oficialismo de respaldar a candidatos de la ultraizquierda.
La derecha radical denuncia los pactos de la clase política
La Agrupación Nacional luce hoy resignada a no poder alcanzar la mayoría y se abocó en desacreditar a los partidos tradicionales. “La clase política da una imagen cada vez más grotesca”, denunció su líder, Marine Le Pen. La dirigente, hija del histórico Jean-Marie Le Pen, dijo que su agrupación no gobernará sin mayoría absoluta.
Su delfín, Jordan Bardella, de 28 años, apuntó contra la “gran coalición” electoral en su contra. “El único proyecto y la única ambición que tienen todos mis adversarios en estas elecciones consiste en impedirme ganar”, dijo.
En este complejo escenario, las posibilidades de un estancamiento político son elevadas. Una coalición de centroderecha macronista y de izquierda, que incluya a la radical Francia Insumisa, parece muy poco probable.
Desde el izquierdista Nuevo Frente Popular dijeron que solo aceptarían formar una gran coalición de gobierno si se les reserva el cargo de premier. Pero Macron ya avisó a sus socios que jamás gobernará con la ultraizquierda de Melenchon. Solo los une el objetivo de repetir el “cordón sanitario”, como llaman al sistema de alianzas que busca mantener a raya a la ultraderecha y que le ha dado buen resultado en las últimas dos décadas.
En ese difícil marco post-eleccionario, crece la hipótesis de un gobierno provisional de expertos, bajo la gestión de Macron, al menos hasta la convocatoria de nuevas elecciones el año próximo.