El huracán Beryl ha generado un estado de alerta en diversas zonas del Caribe, a raíz de las advertencias emitidas por meteorólogos estadounidenses que catalogan las condiciones como “extremadamente peligrosas”. La temporada de huracanes en el Atlántico de 2024, que abarca desde junio hasta noviembre, se anticipa como “extraordinaria”. Con la finalidad de entender mejor los factores que llevan a estas tormentas destructivas a intensificarse en tan corto tiempo, se comenzaron a buscar alternativas que puedan ofrecer soluciones a estas catástrofes naturales y una herramienta que podrá ayudar en este estudio parecen ser los drones oceánicos.
Es por eso que la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) ha colaborado con la empresa estadounidense Saildrone para desplegar estos drones marítimos equipados con sensores meteorológicos y oceanográficos. Esta nueva tecnología, impulsada por el viento y con energía solar, recopila datos sobre las condiciones oceánicas y atmosféricas que luego se transmiten a los científicos para su análisis.
Julia Paxton, directora de gestión de misiones en Saildrone, explicó que los drones son vehículos propulsados por el viento que parecen veleros y vienen en diferentes tamaños: 7 metros (23 pies), 10 metros (33 pies) y 20 metros (65 pies) de longitud. Estos dispositivos permiten a los científicos medir la trayectoria de un huracán y los cambios en su intensidad a lo largo del tiempo.
Además, pueden captar datos bajo las olas y analizar las corrientes oceánicas, creando una imagen completa de la columna de aire y agua, desde 9.144 metros (30.000 pies) sobre el nivel del mar hasta varios cientos de metros bajo la superficie.
En una entrevista con la BBC, Paxton subraya que la misión de Saildrone “no se trata de predecir huracanes esta temporada”, sino de estudiar el “por qué y cómo los huracanes se intensifican para mejorar los modelos de huracanes en el futuro”. Los huracanes se forman sobre superficies de agua cálida, donde el agua se evapora y se eleva como aire caliente, creando un área de baja presión que provoca que más aire se precipite y forme nubes y tormentas eléctricas. Cuando la velocidad del viento alcanza los 119 km/h (74 mph) dentro de una tormenta, se clasifica como un huracán.
El profesor emérito de ciencias atmosféricas del MIT, Kerry Emanuel, señaló que “la fuente de energía de un huracán es la transferencia de calor del océano a la atmósfera”. Antes de este proyecto, no había plataformas capaces de medir este intercambio de calor y momento entre el océano y los huracanes, que pudieran ser dirigidas hacia la trayectoria de un huracán.
Greg Foltz, uno de los investigadores principales de la misión en NOAA, indicó que las predicciones de intensidad son cruciales para ayudar a las comunidades a determinar cómo prepararse y si deben evacuar antes de que llegue la tormenta. “Es muy costoso evacuar, mover a millones de personas no es fácil por la logística. No quieres hacerlo a menos que estés bastante seguro de que habrá un gran impacto”, explicó Foltz.
Otra situación similar de intensificación rápida fue el Hurricane Katrina, el huracán más costoso que ha golpeado a Estados Unidos en 2005. “Nadie fue advertido,” recordó Paxton. “Cuando no sabes que viene un huracán, no puedes prepararte para ello”.
Los saildrones pueden permanecer en el mar por largos periodos debido a su propulsión eólica. “El período más largo fue de poco más de un año, aproximadamente 370 días, lo cual es increíble”, según Paxton. Esto supera con creces la duración que un barco tripulado y alimentado por combustibles fósiles podría permanecer en el mar. Además, los drones son completamente dependientes de energía renovable para su propulsión, lo que les confiere una resistencia considerablemente mayor.
Durante las temporadas de huracanes del Atlántico de 2021 y 2022, los científicos desplegaron cinco y siete saildrones, respectivamente, en el oeste del Océano Atlántico. Uno de los drones en 2021 navegó a través de la pared del ojo del Hurricane Sam, un huracán de categoría cuatro que se formó en Cabo Verde, registrando videos reveladores del núcleo de la tormenta con velocidades de viento justo por encima de la superficie oceánica de alrededor de 144 km/h (90 mph).
Emanuel expresó su entusiasmo por el programa, afirmando: “Se piensa a menudo que con satélites y radares tenemos todos los datos que necesitamos… Esto está muy lejos de la realidad”. Mientras que las imágenes satelitales muestran dónde se están formando los huracanes, no necesariamente indican cuán fuertes son. “Los saildrones, que son muy económicos en comparación con los satélites, nos están proporcionando esa información sin poner en riesgo vidas humanas, lo cual es fantástico”.
Aunque gran parte de los datos capturados por los saildrones aún está siendo analizada, los científicos consideran que esta tecnología es una herramienta crucial en sus esfuerzos por comprender mejor los huracanes.