El juicio por jurados por la muerte en custodia policial de Diego Barreto, que tiene como imputados por homicidio preterintencional a tres policías, tuvo este martes por la mañana su segunda jornada en la cual se escucharon los alegatos de apertura, tanto de las querellas, como de la fiscalía y las defensas.
Ernesto Azcona, juez técnico de la Cámara Tercera en lo Criminal de Resistencia, inició la audiencia con las instrucciones generales para los jurados y con la explicación a los imputados sobre la dinámica del juicio. En la primera audiencia, que se realizó el lunes, se procedió a la selección de las doce personas que finalmente conformaron el jurado popular.
Durante la jornada de este martes se prohibió el uso de celulares en el recinto. El único que se saltó esta regla fue el ministro de Gobierno y Justicia, Jorge Gómez, a quien se lo vio enviando mensajes de texto y escuchando audios. Se transmitió vía YouTube solamente los alegatos de las partes. La exhibición de pruebas y testimonios no fue comunicada públicamente.
La parte acusadora coincidió en la estrategia. Tanto las querellas como el Ministerio Público Fiscal presentaron ante el jurado una narrativa en donde se deja a salvo a la institución policial (“no es un caso contra la policía”, repitieron), para centrar los hechos en el accionar específico de los uniformados Esteban Francisco Campos, Gastón Iván Delfino y Armando Diego Barbona. La idea, está claro, era mostrar objetividad ante el jurado.
Remarcaron el hecho de que tampoco se está juzgando la intencionalidad de matar a Barreto. Para la parte acusadora, los imputados no quisieron hacerlo. De todos modos, ratificaron que el proceder fue excesivo y que eso derivó en la muerte del joven, quien falleció por asfixia por compresión toráxica, de acuerdo al informe de autopsia realizada por la Directora del Instituto de Medicina y Ciencias Forenses del Poder Judicial (IMCIF), Gabriela Lamparelli.
Remarcaron que el joven no estaba agrediendo a nadie y no estaba armado. Solamente se encontraba con un cuadro de excitación psicomotriz producto de una crisis mental que requería de asistencia médica y no de brutalidad policial. Además, alertaron al jurado que desde las defensas se intentará menospreciar el trabajo de la titular del IMCIF.
Por su parte, desde las defensas hicieron foco en que el accionar policial y la forma en que fue reducido el joven de 25 años tuvo directa proporción al nivel de excitación psicomotriz que atravesaba en ese momento Barreto. Cuestionaron a las querellas por mencionar de manera tangencial lo ocurrido, teniendo en cuenta que la víctima se abalanzó hacia un auto estacionado que tenía tres personas en su habitáculo, las cuales fueron quienes llamaron a la policía. Y que además era un potencial riesgo para las personas que estaban en el lugar.
También relativizaron los resultados a los que arribó Lamparelli en su autopsia. Justamente, una de las cartas fuertes que exhibirán al jurado es análisis de la autopsia realizada por el perito de parte, Juan Carlos Ivancovich, quien arribó a la conclusión que Barreto murió por una serie de elementos vinculados a su estado de excitación y no por la compresión en la espalda que derivó en una asfixia.
El hecho
Diego Emanuel Barreto tenía 25 años cuando murió en custodia policial aquel 13 de febrero de 2020, en la zona sur de Resistencia. Era cajero del supermercado Impulso, estaba en pareja y tenía un hijo de cuatro años. Sus planes inmediatos eran ir de vacaciones a Córdoba en marzo aquel año. También planeaba casarse. No lo pudo hacer.
Durante la audiencia de este martes, las partes coincidieron en que hay hechos que se toman como verdades inobjetables respecto de lo ocurrido aquella mañana, en inmediaciones de la avenida Edison 1395.
Tanto la parte acusadora como las defensas coincidieron en que pasadas las 7, tres personas que circulaban por la zona a bordo de un automóvil vieron cómo un joven se había tirado desde el balcón de un primer piso, previo a bajar a patadas un portón: el joven en cuestión era Barreto y el departamento desde el que se arrojó era su propia casa.
Estas personas se estacionaron para intentar asistirlo. Fue en ese momento que el joven se abalanzó hacia el auto, gritando incoherencias y luego terminó agarrado a la rueda del vehículo. Ante esto, decidieron llamar a la policía.
El primero en llegar fue el oficial ayudante Gastón Iván Delfino, luego llegó el subcomisario Armando Diego Barbona y finalmente el agente Esteban Campos, todos de la Comisaría Séptima, ubicada a menos de tres cuadras de donde se estaban produciendo los hechos.
Para sacarlo debajo del auto, los uniformados le apretaron los testículos y lo golpearon. Una vez que lograron quitarlo, lo arrastraron hasta el pasto, sobre la vereda, donde lo redujeron. Cuando la ambulancia llegó, Barreto ya estaba sin signos vitales. Fue trasladado al hospital Perrando pero las tareas de reanimación fueron infructuosas.
El propio médico que lo asistió le sugirió a su mamá, Analía Ojeda, que pida la autopsia debido a las circunstancias de su fallecimiento. De hecho, en un primer momento la causa fue caratulada como “suicidio”, porque así estaba detallado en el informe policial.
Posteriormente, fue recaratulada como “homicidio preterintencional” tras el informe pericial de Lamparelli en donde se advirtió que la causa de la muerte de Barreto fue por “Asfixia Mecánica por Compresión Extrínseca del cuello, probablemente por estrangulación antebraquial o armada, durante la aprehensión por funcionarios de esa fuerza de seguridad (Muerte en Custodia)”.
El modo en que murió Barreto recuerda al emblemático caso del afroamericano George Floyd que generó el movimiento “Black Lives Matter”. Floyd murió luego de que el policía de Mineápolis, Derek Chauvin lo mantuviera reducido por más de 9 minutos en el suelo, también en la vía pública. Por ese hecho, Chauvin fue condenado a 22 años de prisión.
“Abuso policial”
El que inició la ronda de alegatos fue el fiscal, Sergio Cáceres Olivera. El fiscal dejó en claro que este “no es un caso contra la institución policial” sino que es “en contra de las malas prácticas” y contra “el abuso policial”.
Recordó que la Policía es auxiliar y colaboradora de la Justicia, además de realizar tareas de prevención de delitos. “El problema es cuando quien debe cuidar y prevenir se excede y abusa de sus funciones”, apuntó.
Mientras pasaba fotos familiares de Barreto en una pantalla, el fiscal comentaba detalles de la vida del joven. “Diego Emanuel Barreto trabajaba, tenía familia”, relató. “Diego no cometió ningún delito, no estaba armado, no agredió a nadie. Necesitaba ayuda porque estaba padeciendo un problema de salud mental”, remarcó.
Cáceres Olivera aclaró que no se cuestiona que en este tipo de ocasiones se requiera de la intervención policial, pero en este caso hubo un claro abuso. “Diego estaba sujeto bajo el vehículo, tirado. Cuando estaba en ese estado el personal policial que se acerca, en un primer momento lo que hace es agarrarle de los testículos, de los cabellos y a los rodillazos sacarlo del auto”, relató.
“Lo sujetan del cuello, lo esposan, lo tiran al piso y una vez reducido, esposado boca abajo, los tres policías aquí presentes, uno se colocó encima de las piernas, otro con todo su peso arriba en la zona de la espalda, y el tercero lo sujetaba de la nuca, para que no se movilice más. Pero estamos ante una persona con excitación psicomotriz. De a poco, Diego dejó de gritar, dejó de moverse y dejó de respirar. Cuando llegó la ambulancia, estaba sin vida”, contó.
“No estamos diciendo aquí que la policía quiso matar a Diego Barreto, lo que estamos diciendo es que con el accionar excesivo, con el abuso del poder y la irresponsabilidad con la que se manejaron, un joven de 25 años que estaba con un problema de salud perdió la vida. Y estamos diciendo aquí que en lugar de hacerse responsable de este hecho se encubren corporativamente”, añadió.
El fiscal recordó que una vecina, testigo clave para la parte acusadora, filmó parte del operativo y que dejó de hacerlo porque los policías le dijeron “señora, déjenos trabajar tranquilos”. “Reflexionemos qué policía queremos como sociedad, qué policía queremos que cuiden a nuestros jóvenes y a nuestro hijos”, pidió el fiscal, al tiempo que anticipó que pedirá el veredicto de culpabilidad para todos los imputados.
“Esta no es la policía que queremos”
Por su parte, Roberto Sotelo, en representación de la querella institucional del Comité para la Prevención de la Tortura del Chaco sostuvo que no se juzga un delito común sino a policías de la provincia, con todo el peso simbólico que esto conlleva.
“El personal policial hizo lo que no tenía que hacer. Una persona que fue lesionada, arrastrada y golpeada, intervenida de una manera totalmente contraria a las buenas prácticas policiales. No estamos en contra de la policía, queremos sentirnos orgullosos de la policía, que nos cuide, una policía solidaria. Esta no es la policía de la cual queremos sentirnos orgullosos”, sostuvo.
Dirigiéndose al jurado, el abogado del Comité anticipó la estrategia de la defensa, advirtiendo que intentará confundir y sembrar dudas. “Quizás le digan que la muerte de Ema, como le decían sus seres queridos, no tuvo que ver con el accionar policial, como si se tratara de una situación ajena o mágica. Van a poner en duda los testigos y cuestionar a la víctima que no puede defenderse”, remarcó.
“Va a venir un médico contratado a explicar sin ningún tipo de fundamento teórico, sin haber intervenido en el cuerpo de Barreto, a explicar que murió por cualquier razón menos por asfixia mecánica por compresión toráxica”, añadió.
“Cuando este juicio termine nos iremos a la casa tranquilos con la seguridad de haber hecho Justicia”, sostuvo el abogado, quien coincidió con Cáceres Olivera al anticipar el pedido para que se declare culpable a todos los imputados.
“Nieto de policías”
A su turno, la defensora oficial 5, Daniela Acosta Calvo, a cargo de la querella particular, recordó que Barreto viene de una familia policial. “Analía Ojeda, su mamá, es hija de un policía. Diego es nieto de policía. Analía no entendía, no le cabía la idea de que su hijo haya muerto en mano de tres funcionarios policiales”, comentó.
“Esta querella no les está diciendo que la policía quiso matar a Diego. Eso no es lo que estamos diciendo. Pero Diego murió en manos del señor Barbona, Delfino y Campos. Diego no tenía por qué morir ese día”, remarcó.
Asimismo, le anticipó al jurado que la estrategia de las defensas será brindar una versión alternativa a la causa de muerte del joven. “Le dirán que muere por una mala intervención o por las técnicas de reanimación aplicada en el hospital Perrando. Pero Diego llegó sin signos vitales al hospital”, afirmó. Cerró su alegato, anticipando su pedido para que sean declarados culpables los tres imputados.
“Mostrar todas las evidencias”
Por su parte, Paula Cuenca, defensora oficial 4, en representación del imputado Delfino, cuestionó al Ministerio Público Fiscal por hablar de situaciones personales y anecdóticas de Barreto, haciendo hincapié en el lado familiar y emocional de su historia de vida, pero sin dar detalles del contexto en el que se dio su muerte. “Me llama la atención del Ministerio Público porque tienen el deber de ser objetivos con ustedes (el jurado) y de mostrarle todas las pruebas y evidencias que hay”, señaló.
Contó que ese día su defendido se encontraba en la Comisaría Séptima cuando a las 7.30 le informan que una persona se habría arrojado de un balcón, de un primer piso. Delfino había terminado su turno, pero estaba cubriendo a una colega que estaba en un allanamiento. Por órdenes de su superior fue al lugar.
“Cuando llega, se encuentra con una persona totalmente exaltada, fuera de sí. Que no entraba en razón, decía cosas totalmente incoherentes”, contó.
“Esta personas se encontraba agarrada de la parte de abajo de un auto, no se quería desprender y la mitad de su cuerpo estaba agarrada en la zona de la rueda. Con este panorama se encuentra mi defendido. También ve del auto que estaba prendido era un auto que no le pertenecía y que había tres jóvenes asustados por esta situación, una de ellas era una joven de 17 años que estaba embarazada”, relató la defensora, y añadió que Barreto le provocó daños a la antena y el capot del automóvil en cuestión.
Cuenca remarcó que su defendido “no lastimó ni quiso lastimar ni provocó la muerte de Barreto”. También pidió al jurado que se “represente” la situación en que se dieron los hechos “usando el sentido común”.
“No se dejen guiar por sentimientos ni compasión. Nosotros lamentamos el fallecimiento de Barreto, pero de ningún modo eso puede ser cargado contra nuestro defendido, que sólo hizo su trabajo, lo contuvo”, afirmó. Cerró su alegato anticipando el pedido de un veredicto de no culpabilidad para Delfino.
Leandro Fioravanti, defensor del imputado Barbona, aseguró que la muerte de Barreto es un hecho trágico “pero más trágico aún sería responsabilizar a Barbona de algo que no hizo, de un delito que no cometió”.
Señaló que las personas que llamaron a la policía al ver el estado de exaltación en el que se encontraba Barreto “se encontraron en una situación espantosa, porque no sabían qué hacer. Ellos les van a contar que sintieron alivio al ver al primer personal policial”.
Defendió el accionar policial al señalar que los uniformados “tenían que tomar una decisión”. “Esta persona se estaba lesionando, estaba provocando daños, podía lesionar a alguien. Había muchísima gente en el lugar. Y muchos policías. Algo tenían que hacer. Ese chico no estaba bien, estaba fuera de sí”, sostuvo.
Fioravanti fue más allá y reivindicó la decisión de haber atacado en los testículos a Barreto por parte de los policías que intervinieron en su detención. “¿Por qué los testículos? Porque son la parte más sensible que tenemos los hombres en el cuerpo. Y ante cualquier contacto por mínimo que sea es tratar de protegerlos. Es una cuestión natural, instintiva. Ante sentir el mínimo contacto, (Barreto) soltó el auto y se lo pudo sacar, sin causarle la lesión. ¿Era lo ideal? No. Pero se hizo lo mejor que se pudo haber hecho en ese contexto”, afirmó.
El abogado también subrayó que pondrá en cuestión durante el juicio las conclusiones a las que arribó la médica Lamparelli. “Como nosotros notamos algunas inconsistencias entre lo que ella decía y el relato de los testigos, decidimos pedir una segunda opinión”, sostuvo. Y cerró solicitando la no culpabilidad de su defendido.
El último en hablar fue Leandro García Redondo, abogado defensor del imputado Campos. Afirmó que su defendido llegó 35 minutos después del aviso primigenio y que en ningún momento atacó ni siquiera tocó a Barreto. Afirmó que el GPS del patrullero con el que se movilizaba es una prueba fundamental para sostener esta afirmación.
Sostuvo que Campos simplemente obedeció las ordenes de Barbona, su jefe, quien le pidió que despeje el lugar, tanto de las personas que pararon para ver qué ocurría como de los vehículos que se detuvieron en la zona. Todo esto para que, cuando llegase la ambulancia, los médicos pudieran trabajar sin obstáculos.
“Mi asistido, Campos en ningún momento tuvo contacto físico con Barreto. En ningún momento participó de alguna sujeción o lo contuvo. Le tengo que reconocer que vengo sumamente decepcionado con el bloque acusador porque ellos saben que Campos es absolutamente inocente”, afirmó.
Aseguró que su defendido llega a esta instancia de juicio oral solamente porque una testigo sostuvo que participó de la sujeción que derivó en la muerte de Barreto. De todos modos, remarcó que fue la única testigo que cuestionó el accionar policial.
“Acusan a Campos porque esta testigo lo apunta como la persona que participó. Y si la acusación reconociera que Campos es inocente, pierde credibilidad la única testigo en este juicio que dice que el accionar de la policía fue incorrecto”, afirmó García Redondo, quien pidió finalmente que su defendido sea declarado no culpable.
Las audiencias se realizan en la sede del Centro de Estudios Judiciales, en Juan B. Justo 42, en Resistencia, a lo largo de cuatro jornadas. Concluirán este jueves, día en el cual el jurado conformado por seis hombres y seis mujeres emitirá su veredicto.