Luego de una nueva escalada retórica entre Andrés Manuel López Obrador y Javier Milei, la canciller Alicia Bárcena quiere hacer un gesto político y proceder al despido del personal diplomático de Argentina en México. Seguiría los pasos así del gobierno de Gustavo Petro en Colombia. Sin embargo, desde Palacio Nacional le piden esperar y evitar por ahora la interrupción de las relaciones bilaterales con Buenos Aires.
Bárcena, en sus años de vida en Chile, se hizo amiga de Marco Enríquez-Ominami, referente de la izquierda de dicho país y con múltiples nexos en el peronismo de Argentina, comenzando por el expresidente Alberto Fernández, a quien, con apoyo de Bárcena, le organizó su visita como presidente electo a México a finales del 2019.
Enríquez-Ominami, además, en el puente de Bárcena a todo el denominado Grupo de Puebla, que agrupa a expresidentes de Iberoamérica identificados con el progresismo. No es un espacio despreciable si se considera el objetivo subterráneo de la canciller: llegar a la Secretaría General de las Naciones Unidas en reemplazo de Antonio Guterres. La definición será en 2026.
Confrontar con Milei es funcional a esa intención si se considera que la política exterior del presidente argentino tiene más tendencia a la confrontación que a ganar aliados.
Para avanzar en su estrategia Bárcena necesita ser confirmada para el próximo sexenio, algo que de momento luce complejo si se considera la afinidad que ha cimentado Claudia Sheinbaum con actores como Juan Romón De la Fuente o Marcelo Ebrard.
Sin embargo, desde Palacio Nacional piden evitar la ruptura con Argentina. Señalan que la relación comercial con el país sudamericano tiene mayor volumen que la de Colombia y además, detalle no menor, Milei nunca designó un embajador político sino que la embajada de Las Lomas está a cargo de la diplomática de carrera María Gabriela Quinteros, quien presentó sus cartas credenciales la semana pasada a un funcionario de segundo nivel de la Cancillería.